Diego Armando Maradona habría cumplido 65 años este 30 de octubre. El tiempo no ha hecho más que agigantar su leyenda y, tal como lo dicta el sentir popular, su espíritu futbolero sigue jugando en cada gambeta, en cada caño y en la espalda de cada pibe que luce la mítica número 10.
Su figura es imborrable, y quienes compartieron sus días lo recuerdan con una mezcla de admiración y emoción. Para evocarlo en esta fecha tan especial, hablamos con Roberto Trotta, ex colega, amigo y ayudante de campo de Diego, quien hoy se encuentra radicado en Miami, Estados Unidos. Con la franqueza que lo caracteriza, «El Cabezón» repasa su increíble experiencia junto al astro, comparte anécdotas desopilantes de sus días en Dubái y habla de su anhelo de volver a dirigir en el fútbol que lo apasiona: el argentino.
-¿Qué es lo primero que se te viene a la mente cuando pensás en la experiencia de haber trabajado con Diego?
La experiencia con Diego fue increíble, increíble. Porque [es] el mejor jugador de la historia del fútbol y yo pude estar en su cuerpo técnico tratando de ser un buen ayudante. El día a día era algo espectacular porque era vivir todos momentos, momentos únicos.
Venía mucha gente a verlo solamente a él… no iba a jugar, sino que iba a entrenar a un equipo, pero la gente lo quería ver a él, sacarse una foto, tocarlo. Una cosa increíble. La verdad que fue una experiencia muy, muy buena, de las tantas que pude disfrutar en el fútbol.
-De esos momentos únicos, ¿recordás alguna anécdota graciosa que lo pinte cómo era él en la intimidad?
Anécdotas, por supuesto que hay un montón. ¿Una graciosa? Sí, cuando eran las 3 o 4 de la mañana, Diego me quería invitar a jugar al golf. Me llamaba y me decía: «Cabezón, ¿qué estás haciendo?».
-¿A las 4 de la mañana?
«Durmiendo, Diego, ¡son las 4 de la mañana!». Y él respondía: «No, dale, vamos a jugar al golf».
Como había una cancha que estaba toda iluminada por el calor que hacía en Dubái, se jugaba de noche y me quería hacer jugar de noche. «No», le digo a Diego. Y él me decía: «Ah, ¿no vas a venir?». Después me llamó y me quería hacer jugar al tenis también a las 4 o 5 de la mañana. Yo le decía: «No, Diego». Y él, siempre la misma respuesta: «Ah, ¿no vas a venir?». (Risas) Y bueno, al final, después de los 9 meses, me parece que eso me costó que me tuviera que venir para la Argentina.

-Hoy te encuentra en Estados Unidos, ¿cómo es tu actualidad y cómo ves el fútbol desde allá?
En mi actualidad, estoy tratando de aprender y mirar fútbol, de aprender mucho. No lo estoy pudiendo llevar a la práctica como entrenador, pero sí voy, miro entrenamientos, miro mucho los equipos acá [en EE.UU.] que son de segunda. Hay un equipo de segunda división que es el que está gerenciado por Verón y un grupo de argentinos.
-¿El deseo de volver a dirigir en Argentina sigue intacto?
Tengo muchísimas ganas de dirigir, muchísimas ganas de dirigir primera división y principalmente en la Argentina. Me apasiona el fútbol, pero el fútbol argentino es como que te tira muchísimo más.
-Para concretar ese deseo de volver al ruedo, has sumado al agente FIFA marplatense Juan Manuel Alquezar
Sí, a Juan Manuel tuve la suerte de conocerlo por intermedio de un amigo en común que vive acá en Estados Unidos. Nos pusimos en contacto y enseguida nos pusimos de acuerdo. Le mandé todo mi currículum, aunque él ya lo sabía porque se dedica a esto. Me pareció serio, un chico joven, con muchas ganas. Y bueno, ahora a trabajar y ojalá poder tener algún resultado positivo y empezar a dirigir.
-¿Cómo es esa espera?
Confío mucho en el trabajo de él, así que estoy esperando, paciente. Y como dije antes, estudiando y tratando de estar lo más informado posible para que el momento que me toque, estar bien preparado.
Roberto Trotta sigue preparándose, estudiando y mirando fútbol, con la misma pasión que alguna vez lo conectó a Diego. Su deseo de volver a dirigir en Argentina no es solo un objetivo profesional, sino el llamado de un sentimiento que, como la leyenda de Maradona, nunca se apaga.
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